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La Muralla Atlántica de Hitler. Historia del día D.

En el 1941 la derrota por parte del ejército alemán era casi inimaginable, la maquinaria bélica Nazi era imparable. Alemania tenía que deshacerse de sus enemigos para tener éxito y lo tenía todo a favor, el mundo se quedó pasivo mirando las invasiones Nazis.

Estado actual de una de las baterias de Longues-sur-Mer (Normandía).

A finales de año los únicos enemigos que le quedaban eran Inglaterra y Rusia. Pero Alemania no tenía ni los hombres ni los recursos para enfrentarse a los dos a la vez.

Primero atacaron en Inglaterra, bombardeándola para forzar su rendición. No lograrían la superioridad aérea y Hitler miro hacia el este y decidió atacar Rusia.

Al ser imposible la invasión de las islas a Hitler le quedaban 5.000 km de costa occidental para defender. En 1941 comenzaron a fortificar la costa con pequeños bunkers y nidos de ametralladora, no necesitaban más ya que Inglaterra por sí sola no era amenaza para el Tercer Reich. Ya en el 1943 al no haber derrotado a Rusia aún y la amenaza de Inglaterra y su nuevo aliado América hacía patente una invasión, de ahí que decidieron fortificar la costa occidental desde Dinamarca hasta España a mayor velocidad, llegando a usar mano de obra esclava.

Por culpa de la campaña de Rusia en el muro no habían tropas suficientes, no habían unidades acorazadas porque estaban en el frente oriental, por el contrario lo que si tenían los Alemanes era mano de obra. Por este motivo los Nazis no tuvieron más opción que defenderse construyendo redes de fortificaciones para resolver las carencias numéricas a nivel de infantería.

Gracias a la experiencia de la Primera Guerra Mundial los alemanes sabían dónde colocar las trincheras y donde posicionar los cañones.

Los alemanes sabían que cualquier invasión a gran escala necesitaría grandes puertos para la descarga de tropas y material, convirtiendo los puertos Atlánticos en verdaderas fortalezas inexpugnables desde el mar.

Todos los esfuerzos de la fortificación se concentraron en el paso de Calé, el mejor lugar para un ataque, a tan solo 30 km de Inglaterra. Por lo tanto, canto más nos alejamos de este punto, menos potentes eran las defensas y las guarniciones.

Al llegar el mariscal de campo Rommel a la zona se intensificaron las obras, su tamaño y volumen en toda la costa construyéndose casamatas y fortines de hormigón en Francia, Noruega y los Países Bajos. Se albergaban baterías de diferentes calibres, desde 150mm hasta 406 mm, en otoño del 1941 tan solo 1000 piezas de artillería guardaban la costa. Para junio de 1943 ya se habían completado 6.000 posiciones.

Un dato importante es que los alemanes no pudieron centrar todos se esfuerzos de construcción de la muralla atlántica hasta que se acabaron de fortificar las islas situadoas frente a la península normanda de Contentín, las Jersey y Guernsey, en sí carentes de significao estratégico pero si político al ser el único territorio británico bajo poder alemán. Cuando terminaron de fortificar las islas en el 1943 se prestó toda la atención en el muro que estaba en el continente.

Al final para la construcción de la muralla se utilizaron más de trece millones de metros cúbicos reforzados por millones de toneladas de acero. En menos de cuatro años se había puesto tanto hormigón como para construir cinco presas Hubert.

Hitler había decidido que el muro debía constar de 15.000 posiciones de hormigón en toda la costa, defendidas por 300.000 hombres más 150.000 hombres que estarían en la reserva. La línea costera se dividía en sectores, el 15º ejercido se encargaba de la defensa desde los países Bajos hasta Normandía, el 7º ejercido protegía desde Caen hasta la desembocadura del Loira y el 1º ejercido desde el Loira hasta los Pirineos. Por último el 9º ejercido custodiaría la ribera del mediterráneo por si los aliados desembarcaban desde África.

Estos ejercidos variaban mucho en experiencia e instrucción, había divisiones de élite formadas por los mejores soldados con buen entrenamiento y experiencia en combate, por el contrario, otras las constituían tropas muy castigadas que se recuperaban de un largo viaje desde el frente oriental, tropas inexpertas o divisiones de dudosa lealtad al haber sido reclutadas en países recién conquistados. Los alemanes utilizaban la Europa occidental como almacén de tropas, en Europa occidental iban las tropas en período de instrucción, cuando estaban listas iban a Rusia, Italia o África. Una división alemana la contenía unos 10.000 hombres.

Hay que añadir que muchas de las tropas allí estacionadas, no dedicaban su tiempo a la instrucción, si no a la construcción del muro atlántico, quedando posteriormente patente sus carencias militares.

Rommel comenzó a asegurarse de que el muro atlántico fuese lo bastante fuerte para frenar a los aliados en las playas, añadiendo obstáculos para la infantería al plagar las costas de minas. los llamados espárragos de Rommel que eran postes de madera diseñados para romper las alas de los planeadores invasores, se incorporaron miles de kilómetros de alambrada de espino, tetraedros hechos con chatarra en la costa justo donde quedaban sumergidos con marea alta para rajar y hundir las lanchas de desembarco. Encima de estos se colocaba una mina que explotaría al mínimo que una barcaza de desembarco la rozara.

Rommel inspeccionando las playas.

Las puertas belgas serían empleadas para proteger la costa siendo sólidas barreras de hierro diseñadas para evitar el fácil acceso a las playas y los míticos los erizos (aspas de hierro) junto con postes o traviesas de ferrocarril para perforar las lanchas y hundirlas.

Los ingenieros alemanes lo tenían todo estudiado decir que la defensa del muro era un jardín de la muerte para sembrar el caos y la masacre durante el desembarco colocando nidos de ametralladora estratégicamente para batir toda la playa, las tierras bajas fueron inundadas para que los paracaidistas se ahogaran al no poder desprenderse de su equipo.

El arma favorita de Rommel eran las minas al haber comprobado su efectividad en el norte de África, se llegaron a colocar en la costa cerca de cinco millones.

En tan solo 24 horas los aliados destruyeron dichas defensas durante los desembarcos de Normandía el 6 de junio del 44, siendo inútil las tareas realizadas desde el 1941, quedando patente lo que se aprendió durante la Primera Guerra Mundial y la ineficacia de la línea Maginot: Una defensa rígida nada tiene que hacer ante un ataque móvil.


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