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Un monarca para siete meses: Luis I el Bien Amado


Posiblemente si observamos un listado de reyes de España –contando desde los Reyes Católicos– es posible que en mayor o menor medida nos suenen todos, tanto de la dinastía de los Habsburgo como de los Borbones. Pero, pasará por alto posiblemente el brevísimo reinado de Luis I de España, único monarca español con nombre de rey francés. Hijo de Felipe V y de su primera mujer María Luisa de Saboya, Luis de Borbón, bautizado en honor a San Luis de Francia, fue rey de España durante poco más de siete meses en 1724, desde enero hasta su prematura muerte en agosto. Su brevedad sumada a la sumisión y a la injerencia paterna en los asuntos de estado, convirtieron en intranscendente su reinado. A la hora de hacer su biografía, probablemente más interés las anécdotas de su vida, tanto personales como en relación a la que fue su esposa, Luis Isabel de Orleans. Se podría decir que Luis I en general fue una ficha más en la política de sus padres.

Cabe destacar que Luis Felipe Fernando José de Borbón y Saboya nació en Madrid el 25 de agosto de 1707. No es un hecho baladí que naciera en la capital española, puesto que lo hacía en plena Guerra de Sucesión, y su propia madre lo mostró al pueblo madrileño exclamando «¡Éste es Luisillo, vuestro paisano!» y es que era el primer Borbón nacido en España, los castellanos mostraron gran simpatía por el heredero y sirvió a Felipe V como método de propaganda durante la guerra, que lo hizo jurar como príncipe de Asturias en 1709. Se dice de él que era alto, delgado, endeble y delicado, además de tener el rostro feo, que su educación no fue muy destacada, sino que prefería otras actividades como el baile, la caza o el arte. Además tuvo una conducta poco correcta, se dice de él que salía de noche por Madrid, y robaba en los huertos cercanos al Palacio del Buen Retiro y salía con gente de mala reputación, entre ellos un sirviente suyo con fama de pederasta, Lacotte, «[…] un invertido, asiduo acompañante del joven heredero a la Corona de España que le inició secretamente en la homosexualidad, lo que no constituía ningún problema para el príncipe, que asimismo le complacía sobremanera su alterne con mujeres.» de hecho, se apunta así a la bisexualidad de Luis I, puesto que «[...] el heredero español gustaba de compartir por igual sus francachelas con jóvenes de ambos sexos, alternando los juegos eróticos con unos y otras.» y esa fama era bien conocida por el pueblo de Madrid, el cual, a pesar de todo, lo tenía en alta estima.

Poco antes de ascender al trono, en 1722, Luis de Borbón contrajo matrimonio con Luisa Isabel de Orleans, con la que no tuvo descendencia. Este matrimonio fue un acuerdo entre los padres de Luis, especialmente su madrastra, y el regente de Francia, Felipe de Orleans, con el objetivo de casar a Mariana Victoria de Borbón, hija natural de la reina de España con Luis XV, entonces en minoría de edad. Para el príncipe de Asturias su esposa fue más dolores de cabeza que otra cosa. Luis Isabel fue siempre una persona de conducta ligera, posiblemente a causa de haber vivido en los ambientes de Versalles, pero ello no casaba con la moralista corte española, y es que la princesa consorte fue hallada en más de una ocasión desnuda rondando por el palacio y los jardines del Buen Retiro, e incluso en sus aposentos con sus criadas totalmente desnudas. Algunos episodios fueron tan sonados que incluso fue encerrada en una ocasión en el Alcázar Real, aunque Luis luego la perdonó.

El 10 de enero de 1724 Felipe V, desde la Granja de San Ildefonso, decretó su abdicación a favor de su hijo, afirmaba que lo hacía «Para servir a Dios y, desembarazado de estos cuidados, pensar en la muerte y solicitar mi salud», aunque la explicación de mayor consenso es que Felipe V esperaba que Luis XV, como hemos dicho en minoría de edad y además con una salud más que precaria, muriera para poder acceder al trono francés, como único heredero con vida de su abuelo el rey Luis XIV; algunos apuntan que la iniciativa pudo venir de la reina Isabel, en cualquier caso la proclamación de Luis tuvo una gran acogida entre la población y para suplir su poco experiencia política, su padre procuró para él un consejo asesor –de hecho muy parecido a cómo funcionaba en las regencias– formado por varias personalidades como el presidente del Consejo de Castilla, el arzobispo de Toledo, el Inquisidor General, entre otros nobles y funcionarios. Sin embargo, las funciones de consejo y las del propio rey se vieron intervenidas por una corta paralela que siguió funcionado desde San Ildefonso, donde Felipe V e Isabel Farnese continuaron rigiendo los destinos de la monarquía, además Luis consultaba cualquier asunto con ellos a través del marqués de Grimaldo.

Los miembros del gobierno y corte de Madrid no querían ver como el nuevo rey seguía bajo la tutela de sus padres e intentaron librarlo de ella, creando de hecho un partido contrario especialmente contra la antigua reina. Aunque no son muchas las medidas llevadas a cabo durante su gobierno. A nivel cosmético se volvió a la antigua etiqueta y ceremonial de Carlos II, los cargos volvieron a manos de los Grandes de España y no sólo a los militares, aunque esta vuelta a las viejas formas fueron criticadas por el embajador francés René de Tessé, y acusó a algunos de los ministros del rey de portarse como austríacos. Caso destacado fue el intento de atajar la maltrecha economía española poniendo fin a la pobreza de las arcas reales, disminuyendo los gastos y optimizando el funcionamiento de las secretarías de gobierno. Así, destaca el caso de Fernando Verdes Montenegro, que intentó que la Tesorería Mayor dependiera solamente de Haciendo –hasta el ese entonces dependía de varías secretarías– pero su proyecto se vio truncado por la oposición de algunos secretarios e incluso la del Tesorero Mayor; cabe destacar que tras la muerte de Luis I, Felipe V lo destituyó. También se intentó reducir las asignaciones monetarias a los antiguos reyes y a los infantes, pero cuando Luis I estaba a punto de decretar la medida, Felipe V puso el grito en el cielo, y Luis que no quería ir en contra de su padre, paró las pretensiones de sus ministros.

A nivel exterior, la incidencia de Luis I fue mínima, porque se estaba participando en el Congreso de Cambray –que había de revisar lo decidido en el tratado de Utrecht – que ese año clausuró quedando en un punto muerto, y se mantuvieron las tensiones con Francia, especialmente con el problema sucesorio y el impedimento que suponía la hermanastra del Luis I, que aún era demasiado joven para casarse con Luis XV, y que finalmente fue enviada de vuelta a Madrid para disgusto de su madre.

En julio de 1724 Luis I enfermó de viruela, además de eso, el rey no cuidó su salud y se complicó con una pulmonía, lo que le provocó la muerte al cabo de unas semanas la madrugada del 31 de agosto en el Buen Retiro, poco después de haber cumplido diecisiete años. Alrededor de su muerte surgieron varios rumores, entre ellos el que decía que había sido envenenado por el clan de los parmesanos –el formado por los seguidores de Isabel Farnese. Curiosamente, ese mismo años el escritor Diego de Torres Villarroel había predicho en un almanaque la muerte del rey, aunque no llegó a ser publicado, aunque obviamente la predicción no era más que un hecho trivial.

Tras su muerte, y a pesar que Felipe V en su decreto de abdicación había afirmado que debía reinar su hijo Fernando o el que hubiere, para evitar una nueva minoría de edad, se decidió que volviera al trono, y cuando nuevamente estuvo en él, purgó a aquellos ministros y funcionarios que habían intentando deshacerse de su tutela sobre Luis. Así pues, vemos como en cierta forma, la vida de Luis I fue un cúmulo de acciones políticas con una clara intención de beneficio propio por parte de sus padres, los cuales siguieron controlando su vida incluso de ser proclamado rey.

Bibliografía

-Dubet, Anne. «La construcción de un modelo de control de la hacienda en el primer tercio del siglo XVIII. El proyecto de José Patiño (1724-1726)» a De Computis. Revista Española de Historia de la Contabilidad, núm. 16, 2012, pp. 7-54.

-González Cremona, J. M. Anecdotario real: de Felipe V a Alfonso XIII. Barcelona: Plaza & Janés, 1998. Martín, Ricardo (dir.). Historia de España, vol. 9. Barcelona: Salvat, 1998.

-Martínez Mata, Emilio. «La predicción del rey Luis I en un almanaque de Diego de Torres Villarroel» a Bulletin Hispanique, vol. 92, núm. 2, 1990, pp. 837-845.

-Pericot, Lluís (dir.) Historia de España. La Casa de Borbón (siglos XVIII a XX). Barcelona: Océano & Instituto Gallach, 1983.

-Vidal Sales, José Antonio. Crónica íntima de los reyes de España. Barcelona: Planeta, 1994. ![endif]--

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